Para despejar dudas y anticiparnos al estreno, hablamos con su director que, entre otras cosas, aclara que El Ángel no es una biopic de Puch sino que se inspiró en el costado humano del criminal con algunos tintes autobiográficos de su propia adolescencia.
¿Por qué decidiste contar la historia de un personaje como Carlos Robledo Puch?
No sé, se dio de manera natural. Vino solo. Había leído el libro de Rodolfo Palacios donde lo entrevista y cuenta su historia, pero nunca pensé en hacer una película. Después me empezó a visitar su imagen y repasé algunos hechos en particular que me llamaban mucho la atención: su forma de matar (tan sencillo como no hacerlo), su manera de responderle a la “autoridad”, su fuga del penal… También era un personaje donde podía meter mi propia experiencia adolescente. O sea, no es la historia de Robledo Puch.
Anteriormente, en Historia de un Clan, trataste la vida de los Puccio, ¿qué es lo que te atrae de estos criminales?
Los criminales son mas generosos para la ficción. A un criminal le pasa lo que le pasa a todo el mundo, mas toda otra dimensión que solo le pasa a los criminales. Es mas atractivo ver a alguien que no necesariamente se va a detener en un semáforo, o va a dejar de tomar algo porque no es suyo, o va a controlar alguna conducta infantil… un berretín. Entonces eso rompe el tejido muerto del colectivo autómata, y por naturaleza genera escenas que valen la pena ver. Como dice Kerouac: “Solo me interesan los que están locos. Locos por vivir, locos por hablar, locos por salvarse, los que quieren todo al mismo tiempo… los que arden, arden, arden y explotan como arañas entre las estrellas”.
¿Qué viste en Toto Ferro, que no era actor, para interpretar a este personaje?
Que no era actor. Y después hay cosas que son destino.
¿Sos consciente que este papel le puede cambiar el rumbo de su vida?
Ya se lo cambió. Yo le avisé antes de empezar. Le dije que esto le iba a arruinar la vida, pero también que se la podía salvar.
El Ángel tiene una estética similar a la de Historia de un clan y algunos tonos visuales de Lulú que no abundan en otros directores, ¿cuáles son tus referentes artísticos?
No tengo referentes artísticos pero soy parte de una tradición, de un país que es el Cine. En este caso la tradición del cine delincuencial juvenil, ese que me cambió la vida de chico, cuando pensaba que las películas y sus personajes existían como las flores, no que había un director, un productor, etc. Pixote, Bad Lands, Mouchette, Bonnie and Clyde, Crónica de un niño solo, Rumble Fish. Historias románticas del niño héroe, del joven capaz de romper el cristal del mundo real.
Carlos Robledo Puch quería escribir su película y ser dirigido por Scorsese, ¿crees que le va a gustar El Ángel?
A Lulú (2014) la promocionaste ofreciendo el Martín Fierro en internet, ¿te alivia tener el respaldo de grandes productoras detrás de El Ángel?
Hasta determinada edad salís a la guerra desnudo y desarmado y pensás que vas a ganarla solo, sin plata ni ayuda de nadie. Eso viene con una gran sensación de estar vivo y dispuesto a sentir el fracaso con todo tu ser. El fracaso es hermoso, es de lo único que podes sacar algún provecho a futuro. Digo fracasos porque salvo Caja Negra y Dromómanos (que las pagaba con Rocas al final del día), siempre me quedaba a mitad de camino, me era imposible producir lo que estaba escrito. Es una sensación muy frustrante. La cantidad de deudas con amigos y enemigos. Ni hablar cuando vas al cine y la sala que proyecta tu película está vacía. Hoy, con este equipo que formamos, puedo dedicarme a caminar por la calle, escribir, dirigir, montar y musicalizar la película. Es un trabajo de 24hs, todos los días de la semana.
Hay mucha expectativa con el estreno de El Ángel, ¿qué te gustaría generar en el espectador?
Ganas de vivir.