“El amor como lo que pudo haber sido y no fue”.
En Hollywood y en Los Ángeles se sitúa la historia de La la land. La pasión por lo que uno persigue en la vida, la pasión por lo que nos gusta hacer es lo que mueve nuestras existencias. Es lo que Damien Chazelle defiende con su film y ya lo hacía en Whiplash. El amor, puede quedar en un segundo plano. Arte y amor son incompatibles. Por eso, alcanzado el estrellato soñaremos con lo que el amor pudo ser y no fue.
En secreto, nos seguiremos amando mutuamente, basta una melodía al piano que inició nuestra historia para sacar a relucir todos los sentimientos. Basta una última mirada mutua, tan distinta a la primera, basta un gesto de complicidad para evitar decir en alta voz “te quiero”. Porque en un mundo donde cada vez hay menos espacios sociales para encontrarse, los sueños profesionales están por encima del cariño, de la persona amada. En la época de tantas redes sociales se deben sacrificar las caricias, la intimidad y la comprensión del ser amado por la veneración momentánea de los desconocidos, que nos invitan a capuccinos por ser estrellas del cine.
Esto es Hollywood. La soleada California. Donde todos los días sale el sol. Donde los colores alegres camuflan la amargura de la vida. Donde los protagonistas visten de rojo pasión, azul mar, amarillo, verde, naranja o blanco en función de su ánimo. Donde las luces de neón rojo (color asociado también al amor) se entremezclan con el púrpura del atardecer angelino. Y entre tanto color que convierte cada plano en una tarta nupcial, hay números musicales como el del inicio, en donde una cantidad innumerable de aspirantes a artistas están atascados con sus coches, sin poder caminar hacia adelante en sus vidas. Pero a pesar de ello, no se pierde el optimismo, el ritmo a golpe de baile, porque es otro día soleado. Otro día de luz y de esperanzas. Y quién sabe, el sueño americano… Los homenajes a Jacques Demy o al Coppola de Corazonada están por encima de la narración y del uso del lenguaje cinematográfico elegido para relatarnos la historia.
A golpe de canciones y de bailes, Mia y Sebastian salen del atasco profesional que era sus vidas. Pero el amor perece en el camino…
¡FELIZ DÍA DEL AMOR, EN TODAS SUS FORMAS!