Parthenope sigue la vida de una joven napolitana y sus amoríos en un film que prioriza homenajear a la belleza de Nápoles.
Parthenope es un gran viaje por la belleza que ofrece la nativa Nápoles de su director Paolo Sorrentino. La vida de una joven de alta alcurnia admirada por la mirada masculina y su lucha por no perderse en su belleza física es el móvil que utiliza Sorrentino para regalarnos imágenes de juventud, belleza, amor, familia y muerte. Una película para quienes puedan encontrar satisfacciones más allá del entretenimiento de un buen relato.
“Antes hacía películas porque me gustaba el argumento o me enamoraba de un personaje, pero ahora sólo puedo rodar si puedo expresar una emoción”, declaró el director de La Mano de Dios. La misma es personificada por tomas llenas de calidez que se nutren de una preciosa banda sonora y planos de las costas napolitanas.
¿Quién es Parthenope?
Parthenope (Celeste Dalla Porta) cuenta la historia de una mujer italiana desde su nacimiento en la orilla del mar de la vila de su familia adinerada en un verano de 1950. La protagonista, bautizada por su padrino, lleva su nombre en honor al mito de la sirena que le dio su nombre a Nápoles.
La película luego salta a 1968. En este escenario, una Parthenope que expone una belleza natural y toda su juventud es abordada por un trato de los hombres cercanos a su vida que la tratan como una deidad.
“¿Te casarías conmigo si fuese 40 años más grande?”, le contesta Parthenope a su padrino, quién le había hecho la misma pregunta pero al revés. Ese diálogo marca el con el que la protagonista bailará durante todo el film: su belleza está atada a su juventud.
Su otra versión, la que no usa activamente las virtudes de su belleza, busca encontrarse en su propósito de vida: el estudio y la literatura. Es en estos dos aspectos que Parthenope encuentra a sus dos mentores, que pueden verla por fuera de su belleza física: su escritor favorito John Cheever (interpretado por Gary Oldman) y su profesor de antropología (encarnado por Silvio Orlando). Estos dos personajes son los únicos que la alientan a seguir un camino académico y se alejan de quienes buscan que se convierta en una actriz para explotar su belleza física.
Un camino no lineal
El deseo de Parthenope no es blanco ni negro. Durante su historia sufre varios sincronazos y cambios de actitud que la llevan por un camino uniforme. La ambigüedad de sus relaciones amorosas, incluida un cuasi incestuoso vínculo con su hermano, y su necesidad de explorar distintas posturas para con ellos son una perfecta metáfora de su conflicto interno.
Su intento de entrar en el mundo de la actuación, el cuál se da a través de clases con una mujer que no quiere mostrar su rostro y su encuentro con una actriz napolitana consagrada que odia Nápoles y representa la visión del norte, está en contacto con el reconocimiento de su capacidad académica. Esta puja se mantiene hasta el final de la película, que antes de despedirse muestra el futuro de Patherope y su incomodidad para explicar porqué una situación, en la que antes se sentía empoderada, ahora se vuelve costosa para ella.