La película nominada a tres Oscars cuenta cómo, a través del club de drama, los prisioneros en Sing Sing redescubren su libertad.
Las historias de redención en las prisiones suelen estar marcadas por la resiliencia de un personaje que deja atrás sus fisuras y encuentra una fuente para luchar por su vida. No es el caso de Sing Sing, en donde el viaje de Divine G (interpretado por el nominado en los Oscars, Colman Domingo) recorre y reconoce las grandes dificultades de vivir sin libertad.
Los prisioneros de Sing Sing no solo están confinados a las paredes de la unidad penitenciaria de máxima seguridad. Sus vidas están definidas por sus sentencias. Y es el arte, en este caso el teatro, el que les da la libertad que tanto ansían y a veces temen de no saber manejar.
Al mejor estilo del realismo italiano, el film incluye en su elenco principal a ex presos y alumnos del programa de rehabilitación a través del arte (RTA). Además de imágenes de archivo que amplían la sensibilidad generada por un grupo de personas que busca volver a sentirse parte de la sociedad.
La historia de Divine G
La película sigue al grupo pero se enfoca principalmente en el caso de Divine G, un hombre condenado por un delito que no cometió. Mientras espera a su próxima instancia para conseguir su libertad, Divine G prepara la próxima obra del RTA, programa que él fundó y hace las veces de guionista, actor y director.
Dentro de su rol también tiene como tarea buscar a más convictos que quieran y puedan formar parte del programa. Divine G apuesta por Divine Eye, un recluso que al principio es reticente a sumarse al grupo y hasta es crítico de los métodos actorales.
Con la insistencia de Divine G, Divine Eye logra encontrarse dentro del grupo y hasta propone un cambio en la elección de la próxima producción: hacer una comedia en vez de un drama. Esa propuesta le gana la votación a uno de los guiones de Divine G, que trata de mostrarse imperturbado pero siente la pérdida del control de su espacio. Cosa que se profundiza cuando Divine Eye se queda con el papel de Hamlet, el único por el que hubo dos audiciones.
El cambio que propone Divine Eye es aún más profundo: la obra se vuelve un rejunte de personajes históricos que no se logra explicar cómo encajan juntos. La comedia como excusa para que los personajes convivan en lugares en los que “no pertenecen”.

La vida afuera y el azul como símbolo
La otra narrativa que atraviesa la película es la posibilidad de obtener la libertad. Divine G, en su rol de líder, se involucra en el caso de Divine Eye y hasta le prepara una defensa para su próxima audiencia. Divine Eye, descreído por la diferencia de evidencia que hay entre el caso suyo y el de Divine G, toma el gesto y profundiza su relación.
En medio de los ensayos, nuestros personajes reflexionan sobre sus relaciones con sus familias. Hijos a los que no pudieron ver, madres a los que apenas les escuchan la voz y la culpa del efecto de sus actos.
La buena dirección de fotografía y vestuario queda demostrada en el uso y contraste del azul como símbolo de libertad y verde para representar la pérdida de la misma. En los relatos, en el reflejo de las luces mientras están en el escenario, en la ropa que usan en su tiempo libre.




“Todos tenemos un punto de quiebre”
Uno de los grandes puntos altos de la narrativa es que logra no caer en un lugar meloso de autosuperación casi inhumana. Divine G no es un todopoderoso que se construye con adversidad que sobrepasa por el triunfo del espíritu humano. Más bien es un hombre que encontró su lugar después de mucho tiempo y que siente una comodidad molesta en él.
Tanto su rol como líder en el grupo como su posible libertad son elementos que le plantean interrogantes importantes en el momento que sufren transformaciones. Una serie de malas noticias rompen a Divine G. Su salvación no viene de mantener su liderazgo en el escenario, sino de disfrutar de los frutos de su obra: la creación de una comunidad a través del arte.




La cinta modificó su fecha de estreno en Argentina, y llegará a los cines el próximo 27 de marzo.