“Dejar el mundo atrás” pinta un escenario distópico que no parece tan irreal en nuestra actualidad .Advertencia: Esta nota contiene spoilers.
En el centro de la atención actual se encuentra “Dejar el mundo atrás”, la película de Netflix estrenada el pasado 8 de diciembre, que rápidamente se coronó como la número 1 en la plataforma en múltiples países. Adaptada de la novela homónima de Rumaan Alam, la película dirigido por Sam Esmail cuenta con un elenco estelar encabezado por Julia Roberts, Ethan Hawke y Mahershala Ali.
Situada en un entorno apocalíptico, la historia sigue a una familia cuyas vacaciones se ven truncadas por un ciberataque que inhabilita sus dispositivos electrónicos. La llegada de dos desconocidos en busca de refugio intensifica la trama, desconcertando a los espectadores con eventos escalofriantes y misteriosos. “Dejar el mundo atrás” plantea la posibilidad de un colapso generalizado de las comunicaciones y sistemas digitales, desencadenando un escenario distópico que no resulta tan irreal en nuestra realidad actual. La convivencia en situaciones extremas se convierte en un desafío, y la lección fundamental es aprender a vivir con lo esencial.
¿Qué dijo Rumaan Alam?
En una entrevista con Variety, Alam aborda las alteraciones en la trama, señalando que los cambios emocionales son leales al libro y que el final inevitablemente deja una incógnita, ya que “una de las claves es que el libro acaba con un signo de interrogación”. Destaca la inclusión del uso de ‘Friends’ en la película como un toque de humor y autorreflexión, subrayando el poder del cine y la televisión sobre los personajes. Alam enfatiza que no se trata de una broma, sino un recordatorio de que el arte sirve como bálsamo, y la experiencia cinematográfica de la película es impactante debido a la incertidumbre que genera.
La película también emplea la conducta de los ciervos, sobrevivientes de una pandemia al retirarse los humanos, como una metáfora sugerente. La reacción humana ante esta naturaleza que se abre paso plantea preguntas sobre nuestra relación con el medio ambiente y las advertencias sobre la destrucción del planeta. “Dejar el mundo atrás” se convierte así en un thriller que nos hace cuestionar dónde queda la humanidad en medio de la crisis.
Uno de los cambios notables en la adaptación es la elaborada teoría que el personaje de Mahershala Ali presenta, ausente en la novela. Alam elogia la actuación de Ali, reconociendo que, al no saber realmente lo que sucede, permite a los espectadores llenar los espacios en blanco con sus propias interpretaciones. La incertidumbre, según Alam, es lo que genera temor, ya que los espectadores deben imaginar la naturaleza de esa incertidumbre, sea un ciberataque, un acto de guerra, un desastre ambiental o simplemente un colapso del orden cívico.
El fin del mundo siempre es hoy
En cuanto al final que presenta la película, Alam aprecia la ambigüedad y la ausencia de un reencuentro feliz entre las familias, respetando al espectador al no ofrecer una solución fácil. Sobre ciertos aspectos no resueltos, como el destino de Archie, Alam destaca que tanto él como el director Sam Esmail no poseen respuestas definitivas, dejando espacio para la interpretación del público.
Al final, la película plantea una interpretación poderosa sobre la respuesta humana ante la inminencia del apocalipsis. La idea de cerrarse en casa, sumergirse en plataformas de streaming y consumir comida chatarra como forma de afrontar el colapso del mundo ofrece una mirada cruda y quizás incómoda sobre la realidad. La abrupta conclusión sugiere la inevitabilidad y falta de resolución resalta la impotencia de las acciones humanas frente a una catástrofe global. En este enfoque, la película no busca ofrecer consuelo o soluciones, sino más bien provocar una reflexión sobre nuestra propia respuesta ante la fragilidad universal que habitamos.