A partir de este jueves 27, en el cine Gaumont de Buenos Aires se estrena la película documental argentina El pueblo de Dios, la cual retrata la interacción de un barrio con diferentes cultos religiosos y su particular convivencia.
El proyecto se materializa luego de varios años de investigación y recopilación de material documental valioso. La producción, que se extiende desde 2015 hasta 2020 bajo la dirección de María Victoria Ferrari y Sebastián Rodríguez, logra matizar una mirada íntima con una perspectiva general a una realidad que es extrapolable a muchos contextos barriales.
Lo espiritual y lo social confluyen en este documental
Se trata de un registro audiovisual y una sucesión de entrevistas que durante una hora buscan mostrar la relación que establecen las distintas manifestaciones religiosas en el barrio argentino de Villa Rosa, emplazado en el conurbano bonaerense. En este recorrido conoceremos las voces de los responsables religiosos y de sus fieles, las estructuras y las bases que delimitan a estas instituciones.
Durante el documental, la cámara se sitúa al interior de las distintas ceremonias religiosas: una parroquia perteneciente a la Iglesia Católica, una Iglesia Evangélica y el santuario del “Gauchito” Antonio Gil; un controversial santo no reconocido por la liturgia oficial del catolicismo ni por los evangelistas, y que congrega a miles de devotos en toda la Argentina. El debatido origen de esta figura lo sitúa como una especie de Robin Hood criollo y rompe con los esquemas de convivencia forzada entre las demás congregaciones.
El barrio de Villa Rosa
En este popular barrio, atravesado por el desempleo, la pobreza y un sinfín de problemas estructurales; el culto religioso, en sus distintas manifestaciones, representa aquella esperanza que la gente no encuentra dentro del plano terrenal.
El documental explora estas relaciones de poder y tensiona la disputa territorial entre los distintos cultos. También deja fluctuar problemáticas que subyacen al propio documental, un ejemplo de ello resulta en la evidente imposición discursiva del género masculino en la interna de tales agrupaciones.
En otra línea, tenemos una mirada introspectiva dentro de estos recintos donde la fe termina desnudando el desamparo de los sectores más vulnerables de la sociedad, asumiendo asimismo el papel de soporte espiritual y material para sus fieles.
Una mirada íntima
El pueblo de Dios nos sienta un ratito en cada templo, nos pone a desfilar en las celebraciones y nos vuelve oyentes en las audiciones radiales, para tener un acercamiento íntimo hacia estas realidades con algunos testimonios tan reveladores como conmovedores.