El idilio de las productoras con el cine de terror es un fenómeno algo discontinuo. Todas las décadas han existido grandes éxitos y géneros específicos que han conquistado al espectador en algún momento. Del suspense de los 60 al “slasher” de los 70; más tarde llegó el cine de adolescentes, que reinó en los 80, los 90 y principios del 2000 (con títulos como Scream). Directores como M. Night Shyamalan revolucionaron el género con su suspense y giros finales espectaculares, y otros films sorprendieron al mundo con su terrible sencillez, como la Bruja de Blair.
Una historia que evoluciona en el tiempo… al revés
La Calle del Terror (2021) es una trilogía que rinde un cierto homenaje a casi todas estas producciones y géneros, y cuyo éxito incluso ha trascendido la pantalla. Contiene todas las cuchilladas propias de los 70´s y 80´s, con jóvenes llenos de hormonas como protagonistas, al tiempo que desgrana una trama basada en brujería antigua, misterio e, incluso, algo de crítica social. Sus tres partes nos transportan a tres épocas diferentes, con la ambientación (también musical) de cada una de ellas. Y aunque el principio parece cargado de clichés, a medida que avanza la historia, el leitmotiv parece tratado con cariño y buenas maneras, para deleite del espectador.
El argumento empieza con fuerza: un pueblo estadounidense, Shadyside, parece ser pasto de una maldición antigua, dado que, cíclicamente, se producen extraños y sangrientos crímenes perpetrados sin demasiada explicación. Todo ello da un aire claustrofóbico y tenebroso al pueblo, en contraste con sus prósperos y felices vecinos, los de Sunnyvale. En la primera parte, la acción transcurre en 1994 y, como no podía ser de otra manera, se reactivan los viscerales crímenes; pero, en esta ocasión, un grupo de adolescentes pretende hacerle frente a la situación y encontrar la raíz de los sucesos para ponerle fin.
Influencia de los clásicos
Todo ello llevará a los jóvenes a buscar la verdad de la historia de Sarah Fier, la presunta bruja que está detrás de todas las desgracias de Shadyside, aunque para ello tengan que adentrarse en sucesos pasados y arriesgar sus propias vidas. La primera parte, ambientada en 1994, nos recordará irremediablemente a Scream, mientras que la de 1978 nos sumergirá en Viernes 13; para la última, vemos reminiscencias de El Bosque, de Shyamalan, o de la película El Crisol; pero todas las partes hacen referencias a diversos clásicos del terror en más de una ocasión. Encontraremos todos los tópicos: sexo, sangre, humor, sustos, camaradería… Pero todo ocurre siguiendo un hilo argumental coherente, con buenas interpretaciones y un guion bien trabajado.
La trilogía está haciendo las delicias de los espectadores, que han seguido atentamente cada uno de los estrenos, separados por una semana entre ellos, y ya es innegable la expectación que ha generado, además de conseguir también una crítica bastante positiva, teniendo en cuenta que no deja de ser un formato de terror con adolescentes, un género bastante vilipendiado históricamente por los críticos cinematográficos. No obstante, desde hace tiempo, la opinión de estos expertos no tiene el mismo impacto, especialmente cuando hablamos de taquilla orientada a los más jóvenes. Hoy son los influencers, los portales especializados que encontramos en la red u otras personas con gran número de seguidores los que marcan la tendencia a la hora de elegir lo que va a escoger este público. Un ejemplo de ello puede ser Keith Becker, jugador de póker profesional que retransmite vía streaming sus partidas, con una notable audiencia, y que aprovecha dichas emisiones para debatir y recomendar series y películas punteras.
Netflix no quiere perder fuelle
De una forma u otra, lo que nadie puede negar es que existe una guerra encarnizada entre las distintas plataformas de streaming, y cada tanto que marcan les ayuda a ganar un poco más de cuota de mercado, normalmente en detrimento de sus competidoras. Aquí, con la trilogía, Netflix ha acertado en su apuesta, y eso le ayuda a conservar el liderazgo; pero el nuevo convenio de HBO Max con Warner Bros, amenaza su reinado; y otra que no para de crecer es Disney+. Por todo ello, Netflix, además de su materia prima principal (series y también películas), está barajando otras iniciativas de las que os hemos recientemente para no perder fuelle. Al final, de esta competitividad, nos acabamos beneficiando los espectadores.