Centrada en la historia de dos hermanos gemelos, y sus círculos más cercanos, la nueva serie italiana Prisma, expone y analiza la adolescencia, la búsqueda de identidad y la disforia de género, desde la cercanía y sin caer en la adjetivación moral.
Dando la bienvenida a la primavera, Prisma se estrenó en Amazon Prime Video el 21 de septiembre, y a pocos días de su estreno, ya se posiciona como una de las grandes sorpresas en esta segunda mitad del año.
La nueva miniserie italiana de ocho capítulos presenta una mirada introspectiva a la adolescencia. Cada capítulo se titula con un color diferente. Una transición cromática que brinda una pista multicolor sobre la exploración identitaria que se propone.
Una mirada millennial a la adolescencia
Ludovico Bessegato como director y Alice Urciolo aportando en el guion, son los responsables de esta propuesta inspirada en la historia de Giovanna Cristina Vivinettouna, poeta trans y amiga universitaria de Alice. El joven dúo sub-40 logra una mirada a la adolescencia que matiza un tono millenial con lo contemporáneo. La atmósfera, un poco vintage y muy italiana, colabora estéticamente con esta dualidad mimetizada.
Los paisajes, la fotografía, la música y el pausado ritmo nos invitan a contemplar con nostalgia esta etapa que dejamos -los millenials-, y paralelamente expone y analiza realidades, desde la revelación y problematización de temas aún considerados tabú en nuestras generaciones.
Dos hermanos, idénticos pero diferentes, y una actuación magistral
Ambientada en la pequeña y desapercibida ciudad de Latina en Italia, varios jóvenes tensionan diversas cuestiones asociadas a esta etapa de la vida.
Marco y Andrea son hermanos gemelos, idénticos por fuera pero muy distintos por dentro, protagonistas de una trama que, como adelantamos, examina, desde varias perspectivas, la búsqueda y conformación de la identidad.
Mattia Carrano es el encargado de interpretar a ambos personajes, sumamente complejos, exigiendo un desempeño que el debutante actor salva con nivel superlativo.
Desde “La chica danesa” (2015) de Tom Hooper, y la espectacular interpretación de Eddie Redmayne encarnando a Einar Wegener, no veíamos a un personaje explorar su disforia de género con la magistralía que lo hace Carrano. De hecho, podrían trazarse algunos paralelismos entre Einar y Andrea que dan cuenta de la ternura, seriedad y compenetración con la que ambos actores abordaron sus respectivos papeles.
Carrano junto al comprometido performance de un elenco en el que destacan Lorenzo Zurzolo, Caterina Forza y Chiara Bordi, son otra de las razones por las que el visionado de esta serie se vuelve una experiencia interesante.
Una serie estructural y argumentalmente bien realizada
Muchos son los desafíos que esta producción supera con creces, y varios los motivos que enaltecen la propuesta argumental de Prisma.
Más allá de lo estructural, actoral y logístico mencionado, que desde la austeridad permite lograr muchísimo a esta producción original de Amazon, y de las virtudes en las temáticas abordadas, y su manejo, hay que destacar la estructura narrativa.
Con un ritmo pausado, y alternando distintas líneas temporales que van de la niñez de los hermanos a la actualidad, cada episodio, de menos a más, logra generar expectativa, interés, entretención, y deja un importante espacio a la reflexión personal.
Hay una arriesgada apuesta en cuanto a la administración de tiempos y formas en lo narrativo que, para el dinamismo al que estamos acostumbrados, termina siendo transgresora, funcional y digna de reconocimiento.
Este ritmo pausado del relato crea un contexto que permite un correcto desarrollo en la historia de los protagonistas. Como punto flojo se puede mencionar, en contrapartida, la falta de profundización en la construcción e historia de otros personajes principales e importantes en la historia: Nina, Carola, Ilo, Vittorio, los padres de los gemelos.
Las apariencias engañan
Otro aspecto para destacar es la forma en que se enfrentó la trama. Ante la dificultad que representa abordar temáticamente la adolescencia, hay una postura sin pretensiones superlativas, expresada desde la cercanía. Una presentación de realidades, muchas de ellas antagónicas, en donde las apariencias engañan, como en la vida. Pero estas revelaciones aparecen enlazadas a los típicos conflictos de esta etapa etaria.
Los gemelos, iguales pero diferentes, desde la presentación de ambos en el primer capítulo, funcionan como una alegoría de lo mencionado.
Por último, inmersos en una historia que invita al moralismo o la sobreexplotación emocional, la serie se decanta por un desarrollo natural, real y verosímil de los hechos, otro aspecto que se destaca y agradece. Cuando alcanzamos el clímax en la narración de los hechos, cada historia construida funciona a la perfección, emociona y deja material reflexivo. En el desenlace final, termina siendo imposible no empatizar o comprometerse afectivamente con los personajes involucrados.