Ya vimos Persuasión, la última adaptación de la novela póstuma de Jane Austen, protagonizada por Dakota Johnson. Te contamos a continuación qué nos pareció.
Hoy en día resulta difícil nombrar a Jane Austen y que nadie sepa de quién estamos hablando. Una de las escritoras más eximias y populares del siglo XIX, oriunda de Inglaterra, cuya novela más reconocida y adaptada a lo largo del tiempo es Orgullo y Prejuicio. Pero Austen no se reduce sólo a este espectro; si bien su corta vida no le permitió ser más prolífera, algunas de sus obras han adquirido mayor relevancia ya sea por su contenido, ingenio, carisma, tipo de personajes o narrativa. Persuasión es precisamente una de las grandes-e injustamente-olvidadas.
Persuasión es la ficción más bella de Austen y una de las más complejas. Mientras en relatos como Orgullo y Prejuicio, Emma o Sensatez y Sentimientos observamos las bases y tironeos de los romances incipientes, Persuasión nos habla de segundas oportunidades; del karma de vivir en una época donde la elección del amor por voluntad propia era algo errático y condenable, donde las oportunidades casaderas de una mujer que rozaba los treinta años se tornaban improbables dado que para el “amor” sólo se necesitaban dos requisitos fundamentales: dinero y juventud.
Sobre estas premisas empezamos a desglosar parte del argumento, donde la situación sentimental de nuestra protagonista Anne Elliot- aquella que con veintisiete años se encuentra en la etapa crepuscular de sus posibilidades maritales- actúa como espejo del contexto económico de su familia, quienes poseen títulos y propiedades, pero una pésima administración financiera. Tenemos la imagen de una mujer que pese a ser brillante, joven y bien predispuesta, parece vedada frente a la posibilidad de un matrimonio ventajoso por cierta sumisión a los deseos de sus allegados y por la nostalgia que le confiere pensar en su amado Wentworth, a quien rechazó ocho años atrás persuadida por su amiga Lady Russell.
En la novela dan cuenta de que la mesura de la familia Elliot cae estrepitosamente al morir la señora Elizabeth Elliot, compinche de su querida Anne y amiga íntima de Lady Russell. Esta última asume un rol materno y de consejera, donde advierte a la protagonista que casarse con Frederick Wentworth siendo tan jóvenes e inexpertos suponía una locura, dada la falta de perspectiva a futuro de un simple marino sin alcurnia o sustentabilidad económica.
Persuasión tuvo otras adaptaciones cinematográficas, la mejor lograda es una versión de 1995 dirigida por Roger Michell (quien estuvo detrás de la dirección de Notting Hill) y estelarizada por Amanda Root y Ciaran Hinds. Netflix decide pegar un volantazo a la hora de adecuar este clásico literario y selecciona para su nueva película a Dakota Johnson y Cosmo Jarvis en los roles principales, constituyendo asimismo una imagen “renovada” y más “moderna” de lo que estamos acostumbrados a ver.
Las fallas de Persuasión
Cierto es que la plataforma de streaming mas poderosa de los últimos tiempos, Netflix, tiende a buscar alguna vuelta novedosa a los clásicos romances de época, tal como sucedió con el caso de la serie de los Bridgerton. Persuasión no resultó ser la excepción a la regla, tenemos a una nueva Anne Elliot que a diferencia del personaje original actúa de manera despreocupada e intempestiva, con ciertas afirmaciones discursivas más cercanas al siglo XXI que al siglo XIX. Dakota Johnson intenta forzar ser una heroína del universo Austen, una lady que no puede imitar el acento británico, con unas actitudes erráticas que jamás terminamos de justificar y un sentido del humor “ácido” que roza lo burdo. Otro de los recursos malogrados es la ruptura de la cuarta pared, lo que supone cierta cercanía con el espectador pero que resulta muy inconveniente y pedante.
Estamos frente a una nueva versión parasitaria de Fleabag: una mujer cercana a sus treinta años, que carga con el estigma de la soledad, enfrentando la dificultad de las relaciones amorosas e intrafamiliares y amparada en vicios varios como el alcoholismo. El problema no reside en querer aggiornar una novela publicada en 1818 a los tiempos de ahora, lo que resulta fastidioso e impactante es la falta de criterio, tacto y respeto por la esencia de una obra maravillosa.
Existen miles de recursos posibles que pueden engrandecer una obra de manera lúdica y original, lástima que en esta adaptación pecaron del clásico cliché impostado de la corrección política y la construcción de un falso prototipo feminista. Emerge un producto ultra procesado, un pastiche cultural sin alma y una película que no evoca a la pura nostalgia y complejidad austeniana, sino que busca vendernos algo “visualmente atractivo” y no mucho más.
Otro de los puntos criticables es el reduccionismo de la historia en escenas descolgadas, el final es un gran ejemplo de ello. Los personajes no logran dar un cierre a sus arcos narrativos, dado que hay tantos agujeros de guion que pareciera una disputa acerca de cuál es más deslucido e incoherente. Persuasión es una novela cargada de sutilezas, que nos habla de segundas oportunidades, pero también del paso del tiempo. No tomar con cautela la ejecución de los recursos temporales, es una de las licencias creativas más reprochables.
Mientras Anne Elliot explora con destreza las imposiciones de su época y las limitaciones propias de su condición de género como la influencia de una familia apática y corrosiva, las obligaciones mandatariales y el desamparo de un amor perdido, podría decirse que Persuasión por este combo de cuestiones manifiestas, se establece como la obra más adulta de Austen; aquella en que nuestra querida autora intenta esbozar no sólo una crítica social certera acerca de los roles femeninos, sino también sobre la noción de “espera”.
En un momento brillante, Anne tiene una conversación con el capitán James Benwick sobre la dificultad de ser mujeres y no tener más actividades que estar en casa y no salir a la vida en busca de aventuras a diferencia de los hombres. De esta forma la tristeza o añoranza por las oportunidades perdidas se torna intolerable, este encierro resulta ser la condena de un espíritu ávido de mundo.
Nada de todo esto es ejecutado con destreza en la película de Carrie Cracknell, habiendo tantas cuestiones ricas para problematizar acerca de Persuasión, siendo el único punto notable la puesta en escena (las locaciones son maravillosas) y la presentación episódica de cada lugar como Kellynch Hall, Bath o Uppercross. Destacan también la vestimenta disidente y la decoración de interiores (como los empapelados y las obras de arte que reflejan rasgos de la personalidad de los protagonistas).
Otra adaptación desperdiciada por el afán mercantilista de mixturar forzosamente bienes culturales que devienen en meros productos de consumo pasatista. Una película hecha sin alma resulta un desperdicio para el séptimo arte, y con el valor agregado de intentar reinventar el concepto de lo sutil en algo cool y superficial. Destripar una obra de Austen con tan poca frescura debería considerarse un pecado capital. Esperemos que las futuras adaptaciones sean más visionarias y congruentes.
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