Estrenó en cines la última gran apuesta de la “fábrica de hits independientes” que es A24: Everything Everywhere All at Once una película enorme de aventuras por el multiverso.
Multiverso, una palabra que ya parece marca registrada de Marvel, testeada tímidamente en Avengers: Endgame (2019) y explotada con Spiderman: No way home (2021) y Doctor Strange y el Multiverso de la Locura (2022) [aunque, siendo justos, un año antes de Endgame ya habíamos visto Spiderman: un nuevo universo (2018)]. Y de repente aparece una película que nada tiene que ver con Marvel a proponernos una aventura de multiverso diferente, el mismo año que Doctor Strange, solo dos meses después y teniendo que competir con ella directamente porque el megatanque de Disney continúa en las salas, en una completa inequidad de producción y distribución.
¿Que armas tiene Everything Everywhere All At Once para esta batalla?
Antes que nada hay que entender cómo son los modelos de producción. Un megatanque que estrena en todas las salas con inversiones multimillonarias suele ser un trabajo más impersonal. En general una mesa directiva selecciona un guionista al cual se le dice qué escribir y luego selecciona un director al que se le indica qué filmar y cómo. No hay en los megatanques mucho margen creativo y ese suele ser el arreglo, por eso es tan común ver que un director “abandona” un proyecto por “diferencias creativas”. Las producciones más pequeñas y medianas tienen otro margen y otra forma de trabajar.
En general aparece un guionista o un director con una historia o idea en la que viene trabajando hace tiempo con pasión, buscando los fondos para producir su película soñada, y una productora la toma y los respalda económicamente hasta cierto punto, teniendo que recortar algunas partes pero haciendo posibles otras. ¿No es super lógico que una película gigante en la que todo lo decide una junta directiva que solo piensa en la rentabilidad sea menos “trascendental” para el espectador que un proyecto remado con pasión y sacrificio para ser posible? Y no quiere decir esto que los megatanques sean “malos” ni que las películas independientes sean “buenas”, pero un guiso de la abuela a veces da más satisfacciones que un Big Mac.
En ese segundo grupo de productoras aparece A24, cuyo sello en los créditos iniciales de una película suele predisponer bien a cualquier cinéfilo. Por sólo mencionar unas pocas, entre sus películas se encuentran genialidades como La Bruja (2015), Moonlight (2016), Lady Bird (2017), Midsommar (2019), Uncut Gems (2019) o Proyecto Florida (2017). ¿Se vislumbra el patrón? Todas películas transformadoras e inolvidables, que pueden gustarte o no pero no te van a dejar indiferente. Y es de la mano de A24 que aparece esta aventura.
¿De qué trata?
Una mujer china en Estados Unidos con problemas financieros y familiares se ve de repente metida en una intrincada aventura interdimensional porque un oscuro personaje está destruyendo una a una todas las realidades del multiverso.
La película está escrita y dirigida por un dúo de realizadores que se hacen llamar Daniels, integrado por Daniel Kwan y Daniel Scheinert, y que tienen una sola película previa en su haber, también producida por A24, llamada Swiss Army Man (2016), una bizarra y espectacular comedia negra en la que Paul Dano, varado en una isla, encuentra un cadáver multifunción encarnado por Daniel Radcliffe que lo ayuda a sobrevivir. Con este antecedente, los Daniels intentan doblar la apuesta en extrañeza y originalidad, duplicando también el riesgo o el éxito del film.
Tras ver la película surge una reflexión casi tan obvia como trágica, pero que perdidos en una especie de sopor no habíamos llegado a vislumbrar: Ya no hay películas así. Everything Everywhere All at Once es una extrañeza en estos tiempos por una serie de cosas que no deberían ser nada raras. Para empezar, es una película de fantasía original, que no viene ni de una saga de películas, ni es una remake, ni era un videojuego, ni un cómic. Aparentemente, en un momento dado, el riesgo de “inventar” una historia de ciencia ficción en el cine era demasiado, y se decidió que tenían que ser historias ya testeadas.
Hace años que no vemos una película de fantasía y aventura para adultos original, imposibles de encontrar en una pileta repleta de adaptaciones para toda la familia de historias mil veces contadas. El segundo punto extraño y hermoso es que la película empieza y termina su historia. ¿Es para tanto? Sí, es para tanto. El cine de franquicias lastima las estructuras narrativas fuertemente, porque ya nada comienza y nada termina. Tomemos como ejemplo la última película de aventuras y ciencia ficción para adultos, la multipremiada Dune (2021):
Una vez más, una remake y/o adaptación de un universo ya conocido y amado (público cautivo previo al estreno), y en segundo lugar, una parte de una saga propuesta casi a traición, porque recién sentado en la sala descubrimos que era la primera parte de ¿Dos? ¿Siete? La sensación es que ya no hay poder de concreción en el cine, como si hubiésemos llegado al consenso general de que dos horas no son suficientes para explicar las mecánicas de un mundo de fantasía y además contar una historia completa.
Everything Everywhere All at Once rompe ese estigma. Una película autoconclusiva y original, con mecánicas propias y novedosas sobre el viaje interdimensional explicadas en cinco minutos. Pero además de eso saca un provecho del concepto de “multiverso” que siempre estuvo sobre la mesa pero nunca se exploró, que es la comiquisima posibilidad de que cualquier cosa que te puedas imaginar puede existir en otro universo. En ese aspecto la película realmente aprovecha la falta de límites y propone tres o cuatro dimensiones imposibles que terminan de darle forma a la película. Y todo esto sin contar que la historia tiene aristas tan simples como efectivas, tangibles y reales, lo que permite estallar en carcajadas en una escena y emocionarse hasta las lágrimas en la siguiente.
El elenco se luce con actuaciones soberbias de Michelle Yeon, Jonathan Ke Quan Stephanie Hsu y la genial Jamie Lee Curtis; y la propuesta de fotografía, arte, sonido y dirección es francamente sorprendentes. Es, a todas luces, una película que sería una pena no ver en el cine.
¿Ya la vieron? ¿Qué les pareció?