Siempre surge el debate sobre cuáles son los límites del humor. En esta nota te recomendamos cuatro películas que aportan a la discusión.
En la última emisión de los Oscars la situación entre Jada Smith, Will Smith y Chris Rock volvió a desatar el eterno debate sobre los límites del humor (y un debate mucho más interesante y necesario sobre masculinidades y violencias). Lo cierto es que cada cierto tiempo el debate vuelve a salir a flote, a raíz de un comentario, un tuit, una entrevista o una publicación equis. ¿Cuáles son los límites del humor? ¿Con qué se puede hacer chistes y con qué no? ¿Hay que cuidarse de no ofender a nadie? ¿Por qué nos escandalizan menos los dramas que cruzan límites que las comedias?
Es una discusión larga, en la que se pueden exponer muchas posturas y variantes y que no vamos a zanjar en esta nota, pero sí podemos aportar con algo de cine. Estas cuatro películas corren (y en muchos casos cruzan) las fronteras del humor preestablecidas en diferentes direcciones, aportando y enriqueciendo el debate.
Torrente, el brazo tonto de la ley (1998)
Santiago Segura dirige y protagoniza esta comedia negra sobre un policía misógino, alcohólico, racista y corrupto que se ve involuntariamente forzado a ser el héroe. Ya con cinco entregas en la saga, Torrente es un clásico del mal gusto y lo incorrecto.
Rubber (2010)
Quentin Diupuex, también conocido como Mr. Oizo, es un músico y director francés que entre sus muchas obras tiene Rubber, una extraña película de terror donde una cubierta de neumático cobra vida y con sus poderes mentales comienza a matar gente. Sí, así como se lee. La apuesta de Rubber no es tan transgresora en términos de corrección política, pero se atreve con osadía a explorar el humor absurdo con gracia y una hermosa dirección y fotografía. Puede gustar o no, pero hay que reconocer que una película donde se transmite lo que siente una cubierta de neumático con solo verla tiene que estar muy bien filmada.
Pink Flamingos (1972)
Obra clave y fundacional del cine trash. Clásico de clásicos en el mundo del cine independiente, Pink Flamingos de John Waters es una película desagradable porque ese es el objetivo. La protagonista, Divine, es considerada la persona más inmunda del mundo, por lo que una pareja que secuestra mujeres y vende heroína en las escuelas, muertos de envidia por no poder ostentar ellos ese título, deciden tomar cartas en el asunto. Es una película rarísima, super transgresora e incómoda, pero si de repente entrás en el código (y no sos sensible de estómago), te vas a encontrar con una película divertidísima y extrema.
Happiness (1998)
Una comedia coral sobre la vida de unas hermanas y las personas que les rodean, basándose en el deseo, las perversiones y la soledad de los personajes. Todd Solondz escribe y dirige una película en la que indaga humorísticamente terrenos difíciles, casi imposibles para la comedia, con escenas perturbadoras y graciosas en igual medida. Si una película nos va a hacer discutir sobre los límites del humor, sin duda es Happiness.
La discusión es larga, recurrente y necesaria, porque los paradigmas van cambiando y siempre tenemos nuevas perspectivas de las cosas, pero estas películas son buenos disparadores para debatir y repensar respecto a la comedia, los terrenos prohibidos y la función del humor como entretenimiento, pero también como forma de exorcizar o denunciar las miserias de la sociedad.
¿Qué opinan ustedes? ¿Deberíamos trazar límites para el humor? ¿Alguna de estas películas te parece que cruzó un límite?