La película de Jim Jarmusch, Los muertos no mueren (2019), es tendencia en la plataforma de streaming y acá te contamos qué nos pareció.
Las horas con luz de día se expanden, los animales comienzan a desaparecer, los relojes y celulares dejan de funcionar y en la radio solo pasan una canción; “The dead don’t die”, de Sturgill Simpson. Cuando nada puede ser peor, la canción se vuelve realidad y los muertos comienzan a revivir. De eso se trata “Los muertos no mueren” (2019), una película dirigida y escrita por Jim Jarmusch. La misma se fija en cómo viven esta situación los ciudadanos de Centerville, un poblado de Estados Unidos, teniendo al Jefe de Policía Cliff Robertson (Bill Murray) y el Oficial Ronald “Ronnie” Peterson (Adam Driver) como los protagonistas. Así mismo, comienza cuando ambos van a cubrir el caso del Hermitáneo Bob (Tom Waits), quien había sido denunciado por el granjero Miller por la desaparición de sus animales. A diferencia de la mayor parte de las películas que tratan este tema, aquí no se trata de un virus, sino de un cambio en la rotación de la tierra. Otro punto a destacar es que los mismos vuelven a la vida para realizar aquellas actividades que les gustaban, dándoles una visión más humana. Aún así, el film tiene muchos aspectos para mejorar.
En línea con el elenco, la primera hora es un desfile de famosos y se centra en contar que hace cada uno de los personajes sin darle demasiada importancia a los zombies. De hecho, la única aparición zombie que hay en ese tiempo tiene que ver con un cameo del cantante Iggy Pop y la realizadora de cine independiente Sara Driver. Incluso algunos papeles como el de Zoe (Selena Gomez) o Danny Perkins (Larry Fessenden) tienen conexiones pequeñas pero muy poco relevantes en cuanto a la historia. Por decir así, la primera es una turista que se queda a dormir en un motel con sus amigos. Su personaje no le cambia casi nada a la trama porque fallece. Por otra parte, Danny es un vecino que al poco tiempo de aparecer se convierte en zombie, pero de quién ni siquiera se sabe cómo falleció. En ese sentido se percibe una falencia en el guión con respecto a la falta de escenas. Otros personajes como los de Hank Thomp (Danny Glover), Bobby Wiggins (Caleb Landry Jones) o el granjero Miller simplemente mueren siendo atacados sin generar momentos de tensión y forcejeo.
Es fundamental avisar que algunos roles no tienen importancia para la trama, tal es el caso del personaje de Jahi Di’Allo Winston, Stella (Maya Delmont) u Olivia (Taliyah Whitaker). Ellos simplemente son niños que están encerrados en un Centro de Detención Juvenil y se escapan. Sin embargo, no poseen relación alguna con los papeles del resto del elenco principal y no se deja en claro cuál es su paradero. Con respecto a su trabajo como actores, hay que admitir que está bien hecho, pero queda en el olvido por la falta de participación en la historia principal.
Dada la paleta de colores o el hecho de que participen actores de generos variados, algunos de ellos reconocidos por papeles de terror y suspenso, resulta casi imposible catalogar este film. Es más, hay un intento de lenguaje vulgar que tiene que ver con la personalidad de los habitantes pero desde el lugar del humor. Por ejemplo, si en una novela o película de Stephen King el racismo es un elemento para generar más miedo, en Los muertos no mueren se satiriza al racista.
Sin embargo, dado un tratamiento algo confuso y la poca profundidad del personaje esa gracia se pierde en la nada misma. Incluso, hay ciertos comentarios homofóbicos e insultos que le dan a la película un tono más asqueroso y serio despojándose casi totalmente de la posibilidad de generar risas. En este punto, un personaje que sí resulta gracioso es el de Zelda Winston (Tilda Swinton), la mujer de la funeraria, y eso se debe a sus dotes excéntricos. Es quizás gracias a ella y al hecho de que los protagonistas nombran a Jim Jarmusch como quién les entregó los guiones que al final se logra entender que se trata de una comedia de terror.
Esta producción tiene un cierre bastante reflexivo que identifica al espectador como parte de una sociedad consumista donde lo único que importa es lo material. Quién emite este pensamiento es el Hermitáneo Bob, y así nos deja en claro que otro punto flojo en el film; Más allá del hecho de que el narrador sea un hombre que vive en el bosque alimentándose de la naturaleza,
¿Que puntos de conexión hay con lo que sucede en el medio de la trama?
La respuesta es ninguno. No existe un momento tal en el que se muestre la ambición por parte del ser humano en tener más y en ser más que otros. Esto es solamente una excusa para darle un remate, que es algo forzado, pero es un remate.