Del matrimonio bizarro del cineasta Léos Carax (Holy Motors) y Sparks, una de las bandas más secretas de la historia, llega esta tragedia lírica imposible protagonizada por Adam Driver y Marion Cotillard.
El resurgimiento de Sparks, la llamada “Banda favorita de tu banda favorita”, ese rumor que se originó a principios de los setenta y que todavía persiste hasta el día de hoy, ha logrado lo que tanto luchó por obtener: una película. Una asociación con Jacques Tati que no pudo ser, una con Tim Burton que termino en fracaso y ahora, finalmente, la aparición de Leos Carax, el responsable de la indescriptible Holy Motors (2013) consigue que la mente de los hermanos Mael, un dúo cuyos cimientos musicales están construidos sobre el imaginario cinematográfico mundial se traduzca a la pantalla grande con una tragedia de proporciones épicas que va a resultar divisiva para más de uno.
Adam Driver y Marion Cotillard interpretan a Henry McHenry y Ann Defrasnoux, él es un comediante de standup completamente visceral y polémico odiado por todos, ella es una cantante lírica de fama mundial, amada por doquier. Pero ambos son víctimas de una admiración generalizada, manifestada en el constante acoso de la prensa y el público. Y también de un amor que desafía cualquier probabilidad, una pasión desenfrenada que es también una tragedia anunciada, una catástrofe con un moño en la cabeza. Y es el nacimiento de Annette, hija de ambos y fruto de este amor extraño, el que marcará los primeros estallidos de una tormenta que borrara con todo lo que aman.
Con todos los elementos para ser una película reverenciada por la crítica y el público, el chiste con Annette es que está construida precisamente para lograr el efecto contrario: Annette es la ópera apática, una obra pesada, con personajes con los que uno no puede empatizar ni con amenazado, donde todos son mercancía dañada y usan y abusan de los demás para lograr sus fines, usualmente nefastos. Henry es un hombre retorcido y autodestructivo que se jacta todo el tiempo de estar “enamorado del abismo”, Ann una persona abocada totalmente a su carrera y la gloria, adicta al “amor” y el reconocimiento del público. Los dos enfrascados en el simbolismo de a moth to a flame viendo quien va a quemar primero al otro. Encarnaciones de la comedia más brutal y la música más fina (Dos de las obsesiones de la carrera de Sparks)
Sus dos horas veinte pueden hacerse bastante tediosas luego de un arranque brillante y pop con “May We Start” en el que todo el elenco canta en coro y se termina separando para encarnar a cada uno de los personajes y que rápidamente desciende a una ambientación lóbrega y por momentos asfixiante, más ópera que ópera rock (Es decir, más Miserables por momentos que Hedwig And The Angry Inch) con sus protagonistas cantando en vivo, donde Cotillard brilla con una voz increíble y Adam Driver acompaña apoyándose más en el dramatismo de su interpretación que en sus dotes de cantante. Y este es tal vez uno de los elementos más difíciles de la película, dónde las versiones del soundtrack están grabadas en estudio y todos brillan (incluso canciones enteras que se pierden en la película con la parafernalia brutal de Carax) acá se vuelven por momento pesadas con algún espectador con poca paciencia pidiendo que paren de cantar, por favor, aunque sea por un momento.
Pero como se escribió antes, Annette es una película difícil desde su concepción. Mientras arrancan los títulos de la película se pide a la audiencia que no hable, que no cante, que no respire y eso es lo que la misma obra hace, contener la respiración y generar tensión durante todo este viaje, engañándonos con la promesa de una ópera rock y sometiéndonos a una trama absolutamente teatral y asfixiante, donde el escenario es todo el mundo de Annette, pero siempre mostrado de forma encapsulada y claustrofóbica, un mundo de tablones de madera bajo la mirada de un público voraz por consumir a sus ídolos, donde no hay escapatoria y siempre triunfa la tragedia. Además, es notorio el uso de efectos que parecen cutres a propósito, pero que no sirven más que para denotar la farsa detrás de todo, como los planos cuando Henry conduce su moto o la pequeña Annette volando por los cielos con su oso de peluche (O la naturaleza misma de Annette).
Annette no es una película amable con sus espectadores y requiere mucho trabajo para disfrutarla por completo, mucho tiempo más que el que cualquier persona sensata tiene, pero esconde en sus intrincados y tediosos engranajes una actuación brillante de Adam Driver, la voz sorprendente de Cotillard y la inesperada participación de Simon Halberg. Es lo suficientemente experimental para los fans de Carax y aunque los fans de Sparks pueden recelar la poca aparición de sus ídolos, es inconfundible la influencia del dúo en la música y la historia. Tal vez requiera mucho de parte del espectador, pero la voz fantasmal de Annette y los ecos de esta épica tragedia moderna van a quedar resonando en tu cabeza mucho tiempo después que la banda deje de tocar.
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